Madame Bovary - Flebotomía.

1. Flebotomía:
Definimos la sangría o flebotomía como la pérdida deliberada de sangre a través de la piel o los tegumentos mediante el corte o punción de los vasos sanguíneos. El término flebotomía proviene del griego “phlebos” que significa vena y “temnein” cortar. El origen de esta práctica es incierto, quizás los hombres prehistóricos al ver que los malestares premenstruales se aligeraban con la pérdida de sangre, asociaron esto a una mejora en la salud pero sorprende como fue practicada durante muchísimos siglos, sobreviviendo a nuevos avances médicos y formas de pensamiento. Así al principio, la sangría, junto con otros tratamientos médicos, tenía un carácter casi de rito ceremonial, y se realizaba siguiendo dos líneas de creencia: en la primera, la sangre era considerada como esencia vital y portadora de vida y por tanto, su ofrenda se consideraba un importante sacrificio y una ofrenda preciosa; en la segunda se tenía en cuenta a  la sangre como portadora de entes maléficas responsables de las enfermedades y se justificaba su extracción como método curativo. Dejando de lado su origen y sus posibles funciones primitivas, las flebotomías son un constante en las civilizaciones antiguas como sacrificios voluntarios y ritos de purificación, desde el año 2500a.C, tal como aparece en el papiro de Ebers, ya se practicaba en el Antiguo Egipto aunque se desconoce su función pero también se practicaba en la India Antigua, aparece en los libros de los Vedas con antigüedad de entre 4000 y 3000 años, en la China primitiva a partir del siglo III a.C y en la cultura japonesa a partir del siglo VI d.C.

También se utilizaba al otro lado del océano Atlántico, en las cultura Inca y la Azteca, en la que los sacerdotes se auto sangraban a través del uso de espinas o cuchillos. La sangría fue introducida en Grecia a partir de Diógenes de Abdera, que en la escuela de Crotona fue profesor de Hipócrates, que con su teoría del “Hábeas Hipocraticus” expuso la teoría de los cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y “flegma” que se originaban en el corazón, hígado, cerebro y bazo de manera correspondiente. De sus alteraciones nacían las enfermedades, a partir de esta teoría la sangría es practicada como un acto terapéutico racional, perdiendo su aura de rito religioso, para recuperar el equilibrio humoral perdido. Este acto terapéutico pretendía extraer la flema pútrida e impura, realizándose al mismo lado del cuerpo y cerca del foco de putrefacción.

Esta técnica también se realizó durante el Imperio Romano y aparece descrita su función, manera de realizarse, algunas indicaciones y consejos en un tratado escrito por Aurelio Cornelio Celso, que creía que podía ser realizado a cualquier persona fuese cual fuese su sexo o edad. También Galeno hace referencia a la sangría, recetándola para neumopatías, y añadió a la teoría de los humores su propia teoría del “vitalismo” donde afirmaba que la sangre era algo más que un líquido nutritivo y que engendraba la esencia espiritual del hombre: fluyendo desde el hígado al corazón y al cerebro adquiría una trinidad de características espirituales gracias a la combinación de órganos por los que pasaba. Luego con la caída del Imperio Romano, los árabes heredaron esta práctica de la medicina griega, pero cambiaron la metodología: realizaban la punción al lado contrario de donde se encontraba la afección como efecto revulsivo. Avicena la incluyó en su obra “Poema de la Medicina” en un capítulo sobre la cirugía de los vasos.

Durante le Edad Media, la sangría fue practicada por los clérigos, a algunos monjes se les practicaban hasta cinco al año, aunque a partir del siglo XII la Iglesia prohibió cualquier técnica que supusiese la pérdida de sangre. Sin embargo, la sangría no se perdió y en la primera universidad occidental de medicina, creada en Salerno, la recetaba como remedio a una amplia gama de enfermedades, aunque también llamaron a la prudencia e instaban a los doctores de no extraer excesiva sangre ni demasiada poca tampoco y medir cuál era la cantidad adecuada para la extracción teniendo en cuenta la edad, el vigor del paciente y temperatura y época del año. Esta práctica se extendió por toda Europa y se convirtió en un tratamiento continuo y típico, en algunos sitios como Brujas, en Bélgica, la sangría era tan popular que había sitios en los que la gente se agolpaba para realizarlas y tirar la sangre recolectada, lugares popularmente llamados como “vertederos de sangre” y las extracciones iban desde los 120 ml de sangre hasta un litro entero.

En los primeros siglos de la Época Moderna (siglos XV y XVI) la sangría se convirtió en un tratamiento médico de uso obligado y universalmente utilizado para todo tipo de dolencias, por lo que se considera que durante esta época se vertieron auténticos ríos de sangre, su uso era tan común que incluso el segundo texto médico que salió de la impresora de Gutenberg era un calendario de sangrías en 1462. La práctica de sangrías se mantuvo inamovible durante siglos, en el siglo XVII se le consideraba un remedio que “era único en producir tantos milagros” tal como se observa en a correspondencia del Decano de la Facultad de Medicina de París: Guy Patin, que sometió doce veces a su esposa a diferentes flebotomías, a su hijo veinte y a él mismo siete por una congestión nasal.  Sin embargo, a partir de este siglo también se comienza a dudar de la efectividad de esta técnica, porque las enfermedades se comienzan a relacionar con la química y no con la teoría de humores hipocrática y comienzan a surgir las primeras críticas y desacuerdos respecto a la práctica de las flebotomías, tanto a nivel científico con las voces de algunos farmacéuticos y médicos como a nivel artístico con obras como las de Jean Baptiste Poquelin, mejor conocido como Molière; en concreto estas obras fueron “El enfermo imaginario”(1673) y “El médico a palos” (1666), donde ridiculizaba las prácticas anticuadas e inútiles de los médicos de su época y se encargaba de criticarlos.
    
Todos los tratamientos médicos de la época y de los dos siglos posteriores pasaron por las sangrías, celebridades como Napoleón, que llegó a considerar la Medicina como “una ciencia de vampiros”, Lord Byron o Mozart, que acabó por desarrollar un shock en la etapa terminal de su enfermedad por culpa de las continuas punciones y hemorragias, las sufrieron y miles de pacientes más, convencidos de que sería la única manera de la que se podrían curar de sus patologías de una forma satisfactoria. Durante el siglo XVIII se mantuvo e incluso se intensificó por todo el mundo: Estados Unidos y el resto de América adoptaron esta técnica e incluso la insertaron en sus facultades como una especialidad más dentro de la profesión médica.

Durante principios del siglo XIX en Francia las flebotomías continuaban siendo una práctica constante e incluso alcanzaron su cima con el doctor Broussais, un veterano de las guerras napoleónicas, que con su teoría de que todas las enfermedades eran manifestaciones de la inflamación de los órganos, colocaba sanguijuelas en la parte del cuerpo inflamado y recetaba sangrías a discreción, pero localizándolas localmente, es decir, si el paciente tenía neumonía se le ordenaba la sangría únicamente en el tórax. Esta técnica nueva de flebotomía, a través de sanguijuelas, provocó que en 1830 se importaran más de 42 millones de sanguijuelas con fines médicos, un dato que nos muestra el gran uso de esta técnica durante las primeras décadas del siglo XIX.






 

Agrupó las pacientes en aquellos a los que se le había realizado la primera sangría entre el primer y cuarto día de la enfermedad y a los que se les había hecho entre el quinto y el noveno día. De esta división resultaron dos grupos: 41 y 36 pacientes comparables en edad (41 y 38 años respectivamente) y encontró que la duración de la neumonía era tres veces menos en los que la sangría se realizaba precozmente, pero, el 44% de estos pacientes fallecía comparado con el 25% a los que se les realizaba sangrías más tarde por lo que resultaba absurdo continuar haciéndolas. Louis, además, estableció la posibilidad de que los que recibían la sangría más tarde ya hubiesen pasado la peor parte de la enfermedad y que por eso tuviesen un porcentaje mayor de supervivencia.

Finalmente, la erradicación de esta práctica llegó cuando Louis Pasteur, en Francia, y Robert Koch, en Alemania, demostraron durante la segunda mitad del siglo XIX que la causa de las enfermedades no eran los humores hipocráticos sino los microbios. Luego en el siglo XX las flebotomías fueron progresivamente abandonadas y se reservó únicamente su utilización en el tratamiento de algunas enfermedades hematológicas. En la actualidad la práctica no convencional de la sangría se sigue utilizando actualmente en algunos países como Marruecos, Argelia y Oman. En abril de 2008, tres hospitales de Kashmir reportan el uso de sanguijuelas para realizar sangrías en pacientes con patologías cardíacas, artritis, gota, cefaleas crónicas y sinusitis pero su uso es puramente anecdótico en Occidente, tan solo ha quedado para la posterioridad el descubrimiento de la hirudina, el potente anticoagulante que las sanguijuelas tienen en su saliva y que es la clave de su capacidad de poder absorber sangre sin parar. Así fue como después de 25 siglos de duración, se abandonó un procedimiento que produjo más daños que beneficios y que precipitó la muerte de muchas más personas de las que pudo haber “salvado”.

En Madame Bovary, teniendo en cuenta que fue escrita en la mitad del siglo XIX y que Charles Bovary es un médico rural que trabaja en pequeñas poblaciones donde el avance científico tardó más en llegar, es lógico y correcto que aparezca una flebotomía tan ricamente descrita e ilustrada porque los avances en microbiología y los avances médicos no llegaron hasta los finales del siglo. Además, los objetos con las que el médico la realiza son las correspondientes a los instrumentos de cirugía de la época: las lancetas, vendas y palanganas, eran elementos básicos en el instrumental de un médico de esta época.



This entry was posted on martes, 21 de enero de 2014. You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0. You can leave a response.

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